sábado, 16 de julio de 2011

Nicolasa de Humahuaca

¡Y dale con la foto pintoresca! ¡Que no! ¡Que no quiero sacarme la foto con la señora que vende las artesanías! Llegar a Humahuaca a las 12 del mediodía es llegar para ver salir a san Francisco Solano de su casita de la torre-campanario de la Municipalidad. Después de terminado el rito, niños y mujeres del lugar comienza a vocear ofreciendo sus artesanías. Pero había mucho hambre... así que la atención estaba centrada en ver dónde íbamos a almorzar.
Por fin nuestro guía, Chicho Bonaparte, nos recomendó La Cacharpaya (Jujuy esquina Santiago del Estero, Humahuaca), y hacia allí nos dirigimos. Una vez satisfecho nuestro apetito -aquello que nos nublaba el juicio para poder apreciar algo más- decidimos recorrer las callecitas del pueblo. A la salida del restaurant una señora nos ofreció sus artesanías: tenía vasijitas de barro, sikus y unas muñequitas hechas con semillas, granos de distintos choclos y  coloridas telas tejidas en telar.
Las muñecas me tentaron y decidí comprar algunas. A mis espaldas Guillermo sacaba fotos pero yo no sabía a qué o a quién enfocaba. Hasta que en un momento me dijo:
ponete al lado de la señora que te saco una foto. La frase que no quería escuchar... situación molesta para mí y, yo suponía, molesta para la señora, seguramente harta de ser fotografiada por los turistas. Recordé entonces el momento en que quisimos fotografiar a los trabajadores de Salinas Grandes y nuestro guía nos recomendó no hacerlo, ya que seguramente se enojarían. ¡Y con razón! O a los habitantes de la gran ciudad los van a fotografiar en sus lugares de trabajo, como si lo que hacen diariamente fuera motivo de asombro o resultara exótico... 
De mala gana y como la señora se sonrió, me paré detrás de ella, deseando que todo terminara lo más pronto posible. Finalmente, los viajes siempre tienen alguna foto pintoresca. Cuando por fin concluyó el suplicio, la miré para agradecerle y saludarla. Su sonrisa era enorme y me sorprendió, diciéndome que por favor le enviara la foto por correo. Extendió su mano y me entregó un papel donde figuraban sus datos (nombre y dirección) en letra manuscrita.

Ya de regreso en la ciudad de Salta, imprimimos la foto en cuestión y se la enviamos ... Al ver la imagen en el papel noté mi mueca forzada y la sonrisa feliz de Nicolasa Gregorio.

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